La Sociedad Deportiva Logroñés salió del choque en el Estadi Johan Cruyff con más refuerzo moral que oxígeno en la clasificación, algo que a estas alturas de campeonato -con la parte más crítica de la competición por disputarse- no tiene por qué ser necesariamente malo.
Una de las más famosas hipótesis atribuidas a Arquímedes hablaba del concepto de la palanca y el punto de apoyo para mover objetos de inimaginable tamaño. El científico griego agregó posteridad a su máxima al hablar de la posibilidad de mover el mundo -ni más ni menos- con un simple punto de apoyo. La sentencia recogía una verdad física y una imposibilidad manifiesta: no existía palanca de semejante tamaño ni tampoco era posible encontrar en el universo un punto para dicho apoyo.
El Logroñés se alineó con el principio de Arquímedes en Barcelona al sumar una unidad, insuficiente a efectos de esquivar el infierno, pero seguramente útil de cara al futuro inmediato. En definitiva, un punto de apoyo para mover voluntades.
El cuadro blanquirrojo fue sometido durante la primera media hora a un régimen estricto que incluía la eliminación de cualquier contacto con la pelota. Los jóvenes de La Masía ejecutaron treinta minutos de tiranía en la circulación y control del esférico. Pau Víctor, a los siete minutos, con un balón que limpió Murua en línea de gol y Unai Hernández, con el recurso de la puntera, trasformaron ese dominio en ocasiones de peligro.
Fue la antesala del 1-0, concretado en una jugada que demostró la diferente velocidad y atrevimiento con el que salieron unos y otros en la matinal barcelonesa. Bernal enganchó un balón lejos de la frontal y apostó por el disparo. El chut terminó convirtiéndose en un pase letal a Pau Víctor, instalado entre los centrales de una defensa que tardó en achicar. El máximo artillero del grupo I superó a Iruarrizaga con parsimonia y estilo.
El Logroñés, por su parte, no envió señales de ambición ofensiva hasta el minuto 38, coincidiendo con una fase en la que la circulación culé se hizo más inocua. La pausa que el BarÇa Atlètic concedió al partido fue aprovechada por algunas unidades blanquirrojas para adentrarse en territorios ofensivos. Así, Michael tuvo el empate en su pierna derecha en un balón colgado al área que terminó sorprendiendo al extremo jienense. Minutos después, un centro lejano era rematado canónicamente por el propio Michael como preludio a una mano providencial de Marc Vidal junto al palo derecho de su portería. Con un cuadro visitante al alza, pero aún penando su flojo inicio de partido, se llegaba al descanso.
La segunda parte tenía una hoja de ruta clara para el Logroñés: agarrarse al marcador a toda costa, adelantar líneas y mostrar colmillo en la presión. Todo ello jugando con el cronómetro y sin asumir riesgos excesivos para no adelantar el desenlace con un 2-0 que hubiera sido definitivo.
Rafa Márquez movió el banquillo con las entradas de Darvich,, Naim García y Sergi Domínguez. El objetivo era conseguir que la estructura del equipo volviera a engranar como en el origen del partido, pero las ocasiones –ninguna clara- habían perdido continuidad. Lo más destacado fueron dos disparos desde fuera del área: uno de Bernal que atajó Iruarrizaga y otro chut de Pau Víctor que el de Igorre sacó con una buena mano abajo.
Por su parte, los visitantes iban diagnosticando algunos desajustes en la retaguardia azulgrana. Un balón en profundidad de Ferni dejó a Escobar en duelo directo con Marc Vidal. El doble esfuerzo rematador del delantero blanquirrojo lo anuló el arquero local.
Con el marcador aún sin escorarse definitivamente, Larrazabal llamó para la causa a Schmerböck, Luzzi, Sabater y Castellano. Lo del austriaco fue llegar y besar al santo. Internada del de Estiria y pase tenso al hábitat de los depredadores. Allí, Escobar se adelantó a su par para alojar el esférico cerca de la escuadra izquierda. 1-1.
Los siguientes minutos contemplaron a un BarÇa excesivamente ansioso de tres cuartos en adelante y a un Logroñés solvente en la defensa almenada del resultado, huyendo de temblores vividos en encuentros anteriores.
El empate final ajustició el dominio sin mordiente del Barça en varias fases del partido y premió la resiliencia de los riojanos. El término, muy utilizado en los últimos tiempos, viene a subrayar la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Hay tres verdades en la propia definición si hablamos del Logroñés: existe una situación adversa, hoy hubo, por momentos, un agente perturbador y se confirma que, igualmente, estamos ante un ser vivo. Muy vivo.
Ficha técnica:
F.C. Barcelona Atlètic: Mar Vidal, Gerard Martín, Mbacke (Marc Guiu, 72’), Casadó, Moha Moukhliss (Naim, 46’), Aleix Garrido, Cuellar (Darvich, 46’), Faye, Pau Víctor, Unai (Pelayo, 72’), Bernal (Sergi Domínguez, 55’).
SD Logroñés: Iruarrizaga, Paredes, Cova (Gexan, 89’), Trespalacios (Castellano, 75’), Murua, Aurtenetxe, Salado (Sabater, 80’), Miceli (Luzzi, 80’), Ferni, Michael (Schmerböck, 75’) y Escobar.
Goles: 1-0 (Pau Víctor, 15’), 1-1 (Escobar, 86’)
Árbitro: Víctor Pérez Peraza. Amonestó a Mbacke y Darvich por parte local y a Miceli, Escobar y Paredes por el lado visitante.
Incidencias: El capitán de la Sociedad Deportiva Logroñes, Jaime Paredes, lució un brazalete verde en conmemoración del Día contra el Cáncer.